Carmen ha sido, sin lugar a dudas, lo mejor que me ha pasado en la vida. El amor que siento por ella no es comparable con nada. Sólo ahora es cuando entiendo a mi madre y todo lo que hace por nosotras.

Y os aseguro que mi amor por ella es aún mayor sólo por el hecho de que su llegada se convirtió en una dura carrera de obstáculos.

Como sabéis, el milagro se obró, y finalmente no tuvimos que someternos a un tratamiento de fertilidad (y eso que me llamaron del SAS para acudir al tratamiento cuando estaba de cinco meses. Pero eso es otra historia de la que hablaré otro día).

Pero que Carmen esté hoy junto a nosotros fue gracias a un tratamiento de heparina durante 8 meses, Adiro los cinco primeros meses y Progesterona los tres primeros.

Vamos. Que yo era un cóctel de medicamentos que estaba a punto de explotar.

Hoy, y tras un tuit de @chimibundo, he tenido la necesidad de contaros las consecuencias de estos tratamientos.

Y es que, aunque tu hija te inunda de felicidad, también caes en una desazón tras el parto que nadie te puede explicar.

De repente, lloras por cualquier cosa. No tienes ganas de hacer nada. Maquillarte te convierte en una obligación. No tienes ganas de salir, ni siquiera de relacionarte.

Con la gente que más quieres estás más tensa que nunca, y no controlas tu mal genio.

Pues sí. A eso se le llama, depresión pos-parto.

En todas las mujeres no sucede, ni en todas sucede igual. Pero sí es cierto que quiénes estamos sometidas a algún tipo de tratamiento hormonal tenemos más posibilidades de sufrirlos

Así me lo confirmó la maravillosa psicóloga que me estuvo tratando y que, sin medicación alguna, me hizo ver la luz.

Una luz que se ve poco a poco, pero que al final se ve.

Pero lo importante es que hay que tener en cuenta, y nadie te lo hice, que en los casos que los embarazos necesitan este «pequeño empujoncito», tienen esta consecuencia, y nadie lo advierte.

No sé si será tanto por desconocimiento de los ginecólogos o porque, como dice la psicóloga que me trató, realmente aún no hay un estudio que determine las consecuencias directas de los tratamientos de fertilidad.

Pero lo cierto es que ella, en su experiencia, contaba que el 95% de las mujeres que la habían visitado y que sufrían este estado de tristeza había sido tratadas con algún tipo de hormonas.

Yo, sinceramente, no pensaba que podía sufrirla, pero determinadas actitudes en casa fue lo que me advirtió de esta situación.

No os voy a engañar, y sentí hasta vergüenza cuando llamé para coger la cita.

Me sentía observada en la sala de espera.

Pero, al final, lo importante es asumirlo, superarlo y, con tu experiencia, ayudar a otras personas.

Si acabáis de ser madres o habéis sido madres recientemente y vuestro cariño hacia vuestro marido y familia no es el mismo, si saltáis a la primera con todo, si no tenéis ganas de nada… no lo dudéis. Visitar a un especialista y salid de dudas.

Quizás sea agotamiento por tener que adaptarse a la peque, como yo creía que era, o quizás no. Quizás sea algo más y que sólo puede ser tratado por un psicólogo.

Espero que mis palabras os sirvan de algo.

Sed felices. Nos lo merecemos.

¡Nos leemos pronto!

Publicado por Mamá con prisas

A veces convertirse en padres se convierte en una carrera de fondo en donde nunca llegas a la meta. Me encantaría que mi experiencia te sirva de ayuda. Soy Mayte Huguet, licenciada en Periodismo. Viví la desazón de buscar un bebé durante varios años hasta que en 2015 el embarazo de Carmen salió adelante con Heparina, Adiro y Progesterona. Hoy es una niña feliz que nos ha llenado de alegría. Y la vida nos ha dado una propina que se llama Pablo, y que nació el 7 de junio de 2018. Mi poca experiencia, mis descubrimientos y mis pensamientos quiero compartirlos contigo.

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